«Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura».
Edgar Allan Poe.

martes, 14 de abril de 2015

Encima mañana da agua

—El problema es que tú no sabes decir que no y encima mañana da agua —repetías sin cesar.

Pues sí, tenías razón, en todos los informes meteorológicos auguraban una gran cantidad de precipitaciones en todo nuestro territorio nacional, pero ¿y qué? Siempre esperé a que rompiese a llover y, cuando pensaba que llegaba mi turno, todo se desvaneció sin más. El mago ocultó el conejo en su chistera y se olvidó de él. Pero, con lo caótico del espectáculo, parece que ha recobrado la cordura y aquel asustado roedor hizo su estelar reaparición.

—Es lo que siempre haces: confundes amor con admiración —decías de nuevo ante mi afligido rostro.

Es cierto, no te lo puedo negar, hay términos que no consigo distinguir: tú y yo, amor y admiración, ella y ella misma. ¿Ves? Sigo mezclando términos y, al final, no obtengo nada. Siempre te vi como separada del resto, distinta, despertabas algo en mí, pero no, no se trataba de eso, era algo más mundano, más engañoso. Era yo, obsesionado con mi idea de admiración, la cual había delimitado con sumo cuidado nada más comenzar, pero esos límites se fueron diluyendo, como aquel mago que olvidaba a su aterrado conejo en la chistera sin saber que aquel pequeño roedor de ojos azules era, en realidad, la estrella de aquel caótico espectáculo. Sin embargo, la diferencia entre una función y otra residía en que de la chistera, en vez de un conejo, saldría un nubarrón negro dispuesto a diluviar.

jueves, 12 de febrero de 2015

Esa habitación a media luz

Evidentemente no. Nada se olvida así porque sí, y ésto en concreto necesitará de toda una vida para borrarlo de mi mente.

Explícame, por favor, cómo voy a poder olvidar aquella conversación en mitad de la noche con las manos temblando, las lágrimas asomando y el corazón agitando todo mi cuerpo. Nunca antes había sentido tanto miedo a lo que podría pasar después de pronunciar aquellas palabras. ¿Seguirá todo igual? ¿Cambiará algo para mejor, para peor? El caso es que lo hice, pero no en la medida que me hubiese gustado y, ahora, míranos: salimos indemnes de aquel fatídico accidente como si todo aquello fuese irreal.

Tuve dos elecciones, y, quizá, elegí la fácil. O quizá fue la opción difícil al tener que obligarme a encerrarte en esa habitación a media luz que es la memoria. Fue doloroso cuando estuvimos realmente cerca, cuando casi podía respirar el aire que exhalabas, cuando pude sentir a flor de piel tus deseos, tus ilusiones. Y, ahora, veo cómo mis ilusiones se difuminan en un horizonte donde, en cada amanecer, nace la Luna en vez del Sol y nos volvimos frío y oscuridad cual pesadilla, nuestra peor pesadilla favorita.